Bajo este término se denomina al número de días al año en los que cae al menos un rayo. Lo que realmente es interesante, es que luego de que por décadas este nivel fuera medido en Colombia a oído y a ojo (había alguien encargado de apuntar en un cuaderno los rayos que escuchaba o veía en una tormenta), se cuenta ahora con equipos electrónicos que detectan con exactitud la localización de un rayo a lo largo y ancho del país.
Más interesante aún, es que luego de hacer variadas mediciones, los encargados de este estudio encontraron que por más confiable que sea una persona de Samaná (cerca de Bogotá) o de la serranía de San Lucas (cerca de El Bagre, Antioquia), lo mejor es que no se le ocurra decir que lo parta un rayo si lo que dice es una mentira, ya que en efecto, por más veraz que sea la información, un rayo le puede partir. Es cierto: en estas dos regiones de Colombia cae el mayor número de rayos durante el año, y es más, ya se demostró que Colombia es una de las zonas del mundo en las que se hace mucho más factible que alguien sea víctima de una descarga atmosférica.
Razón tenía yo en decirles a los alemanes, que se refugiaban en casa en las tormentas de verano, famosas por sus eventuales relámpagos, que no eran nada en comparación con los rayos que caen por mi casa...no me imagino como serán entonces los del Bagre. Bueno, a fin de cuentas por más insignificantes que parezcan los rayos de acá, flacuchentos y morados, en comparación con los robustos y azules que caen por mi casa, hay que refugiarse, porque todos, absolutamente todos, conducidos a través del cuerpo, simplemente achicharran.
Ya saben, aquí o allá, los rayos achicharran gente, así que a cuidarse cuando estén cayendo.
2 Kommentare:
Hombre, gracias por el consejo, lo tendré en cuenta cuando caigan rayos.
¿Quién se iba a imaginar? A mí me encantan los rayos y todas esas cosas, mientras no me partan. Las cosas más bonitas a veces son las más peligrosas... sobretodo en éste país.
Kommentar veröffentlichen